A medida que la agricultura moderna ha ido avanzando, el impacto negativo sobre el medio ambiente también lo ha hecho. La degradación del suelo y la reducción de la capacidad productiva de la tierra debido al uso de pesticidas y fertilizantes químicos acaban agotando el campo. En plena crisis económica y alimentaria, la permacultura se presenta como una alternativa mucho más positiva y armónica con la naturaleza.
El concepto de permacultura fue desarrollado en Australia por Bill Mollison y David Holmgrem, como una respuesta a los problemas de contaminación del suelo, del agua y del aire, consecuencia del uso de métodos agroindustriales agresivos, culpables de la destrucción de billones de toneladas de suelo fértil.
Tal y como lo explica Bill Mollison es su libro Permaculture a Designers Manual: “La permacultura es el diseño consciente y mantenimiento de ecosistemas agrícolas productivos, los cuales tienen la diversidad, estabilidad y resistencia de los ecosistemas naturales. Es la integración armónica del paisaje y la gente produciendo comida, energía, cobijo y otras necesidades materiales y no materiales de una manera sostenible».
Bill Mollison se fijó en cómo se autogenera un bosque, para diseñar huertos autosuficientes y autoregulados, que no requieren apenas mantenimiento. Estos huertos funcionan como bosques naturales y son enormemente productivos, sin necesidad de arado, abonos o pesticidas, lo que supone un gran ahorro de energía.
Una filosofía de vida
La permacultura usa la ecología como base para estudiar, diseñar y realizar sistemas duraderos y sostenibles. Se trata de crear sistemas ecológicamente sanos y económicamente viables a largo plazo, sin contaminar y si sobreexplotar los recursos naturales.
En la permacultura se unen la observación de la Naturaleza, la sabiduría contenida en los sistemas tradicionales y el conocimiento científico y tecnológico. No es sólo una manera de cultivar la tierra, es toda una filosofía de vida que engloba los siguientes principios éticos básicos:
Cuidar de la naturaleza: Es necesario conseguir un uso ético de los recursos, siendo plenamente conscientes de las consecuencias de nuestras acciones a largo plazo. Se trata de crear un mundo más sostenible basado en la autosuficiencia y la responsabilidad comunitaria.
Cuidar de la gente: La permacultura no sólo quiere cuidar de la Tierra sino también de la gente. David Holmgrem define muy bien este principio en su libro Permaculture: Principles and Pathways beyond Sustainability: “El cuidado de la gente comienza por uno mismo, pero se expande en círculos crecientes para incluir a la familia, el vecindario, y comunidades locales y mayores. En este sentido sigue el patrón de casi todos los sistemas éticos tradicionales . (…) Para tener la capacidad de contribuir con el bien mayor, uno debe estar sano, fuerte y seguro.”
Reparto equitativo de los recursos: No debemos olvidarnos de las generaciones venideras. Ellos también tienen derecho a disfrutar de los recursos que nos regala la Naturaleza, es por ello que debemos hacer un uso justo de los mismos.
La Flor de la Permacultura , conceptualizada por David Holmgren, da una idea de los diferentes ámbitos de acción claves y necesarios para la construcción de sociedades sostenibles, y desde donde es posible entrar a la práctica según el interés y las habilidades de cada individuo.
La naturaleza como ejemplo
Ya lo dijo Masanobu Fukuoka (1913-2008), agricultor y microbiólogo japonés creador de la agricultura natural y maestro inspirador de Bill Mollison: “Cuanto más observamos a la Naturaleza, más claro se ve lo que debemos y lo que no debemos hacer”. Fukuoka fue todo un revolucionario que no puso precio a la naturaleza sino que la dejó ser.