Tiempos difíciles para el bipartidismo

Las encuestas de intención de voto dan la espalda a PP y PSOE. Tras tres décadas de hegemonía, los dos grandes partidos ven como su trono se tambalea por culpa de sus propios errores y mentiras.

«Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres (…) que carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte.”

Benito Pérez Galdós. «La fe nacional y otros escritos» (1912)

Aunque han pasado 100 años desde que el dramaturgo canario escribiera tan magnífica sentencia, parece que la vida sigue igual. El turnismo político ha sido la tónica de nuestro país desde que se asentó la Transición y finalmente, por el afán de conseguir el mayor número de electores, las posturas de PP y PSOE se han acercado tanto, que apenas se perciben diferencias. Es más, tanto coinciden en lo esencial que a pesar de tantos dimes y diretes, apenas se abolen leyes cada vez que hay un cambio en el poder o, lo que es peor, las grandes reformas económicas las aprueban conjuntamente como ya pasó hace un par de años con la tan criticada reforma del artículo 135 de la Constitución, que primaba el pago de la deuda y ponía techo al gasto de las Administraciones según los márgenes que estableció la Unión Europea.

Pero ¿qué se entiende por bipartidismo?

El sistema bipartidista es un sistema de partidos políticos que favorece la aparición de dos agrupaciones políticas que, por lo general, se perciben como antagónicas en el espectro ideológico. Con esto, se excluye a las minorías políticas puesto que los dos grandes partidos se suceden en todas las elecciones, bien en el poder, bien como primera fuerza de la oposición. Quienes defienden este sistema aseguran que genera una estabilidad política al excluir a partidos más extremistas, mientras que los detractores se apoyan en que esta exclusión es totalmente antidemocrática. Sin embargo, esta estabilidad, ¿representa los intereses mayoritarios de la población? Podría parecer que sí.

El profesor Miguel Navarrete explica que hay que tener muy claro que PP y PSOE “no son iguales”. Para él, “esta es la trampa bipartidista”. El PSOE “se muestra más tolerante en determinadas cuestiones que no deben subestimarse, como los derechos de los homosexuales o el aborto”. Por eso es un sistema tan “siniestramente perfecto”, explica. Ya decía el filósofo Karl Marx que bajo el capitalismo, la forma perfecta de dominación no es la dictadura autoritaria, sino la república democrática –en este caso monarquía parlamentaria-. “Por supuesto, -continúa Navarrete- si alguna vez falla el sistema y la gente ‘se equivoca al votar’, siempre se puede dar un golpe de Estado”.

Quizá esta última afirmación parezca exagerada, pero  ¿qué fue si no la persecución aberrante que sufrió Syriza –la coalición de izquierdas que a punto estuvo de ganar en Grecia- cuando se convirtió en candidata a la presidencia? Tanto recelo levantó entre los partidos mayoritarios griegos que socialdemócratas del PASOK y los liberales de Nueva Democracia se unieron en coalición para evitar que pudiera conseguir la presidencia del país. ¿Se imaginan aquí un pacto PP-PSOE para evitar que otra fuerza política pueda llegar al Gobierno? Pues sí, porque ya lo hicieron en Euskadi en 2009.

Pero hay más, ¿recuerdan qué pasó hace apenas un par de meses en Italia? El Movimiento 5 Estrellas, liderado por el polifacético Beppe Grillo, consiguió ser la fuerza más votada con un 25,5% de los votos, por encima de los dos clásicos: El Partido Democrático y el Pueblo de la Libertad, de Silvio Berlusconi. Sin embargo, sumando los votos de las listas coaligadas de estos dos grandes partidos, el Movimiento 5 Estrellas quedó en tercera posición, fruto de una nefasta ley electoral. Finalmente, la derecha de Berlusconi y la supuesta izquierda de Bersani se unieron junto al partido centrista del ex primer ministro Mario Monti para gobernar y mantener alejado del poder a Grillo que, casualmente, representaba al partido más apoyado por los ciudadanos.

¿Qué pasará en España?

La situación de nuestro país es todavía más compleja, especialmente porque existe menor madurez política que en otros países europeos. Sin embargo, la vieja guardia de PP y PSOE se pone nerviosa ante el revés que anuncian las encuestas. Aznar ha hecho acto de presencia en la vida pública y Alfonso Guerra y Felipe González son entrevistados a diario en multitud de medios. Porque, aunque repiten una y otra vez que el bipartidismo no está en peligro, saben que la opinión pública coincide en que los partidos no están cumpliendo su función y necesitan una profunda renovación.

Desde los años 80, PP y PSOE se han ido poco a poco adueñando de la política para alejarla del interés general. Con el voto cada cuatro años parecía que era suficiente. Unos meses antes de las elecciones, los dos líderes de turno copaban los medios de comunicación para lanzar mensajes supuestamente opuestos con el objetivo de monopolizar el control y la gestión del Estado. Solo eso les ha importado durante tres décadas. Los ciudadanos no parecían ser lo importante hasta ese momento concreto.  Mientras tanto, ponían su poder al servicio de ilegítimos intereses, rebajando impuestos a los más ricos, ofreciendo importantes ventajas políticas y económicas a los más poderosos o aprobando reformas fiscales en beneficio de banqueros y magnates. Sin embargo, durante años la ciudadanía ha estado adormecida sin percibir cómo los políticos que teóricamente les representaban apostaban por los intereses de unos pocos en detrimento de los de la inmensa mayoría.

Pero estalló la crisis. En ese momento, el PSOE, que era el partido del poder, sacó su verdadera cara. “Son socioliberales”, indica el profesor y politólogo Vicenç Navarro. Es decir, “liberales en lo económico que intentan tener sensibilidad social”, añade. Porque aunque durante la primera legislatura de Zapatero (2004-2008) el gasto público social por habitante creció notablemente, no fue fruto de reformas fiscales progresivas y redistributivas, sino por el crecimiento económico consecuencia de la burbuja inmobiliaria. “En realidad, Zapatero disminuyó los impuestos, sobre todo de las rentas superiores y de las rentas del capital”, recuerda Navarro. En conclusión, la respuesta del último gobierno socialista a la crisis fue claramente neoliberal.

Y su electorado se fue. Entonces, llegó el Partido Popular con Mariano Rajoy a la cabeza. Ganó más por el descrédito del PSOE que por sus propios méritos, dando así otra vuelta de tuerca más al turnismo clásico del bipartidismo. Sin embargo, se equivocó al incumplir una a una todas las propuestas estrella de su programa electoral. Y no hay nada que degrade más la reputación de un partido político que eso, amén de los múltiples casos de corrupción que están saliendo a la luz y que afectan a los dos grandes partidos, especialmente al PP, pero sin que se libren instituciones tan históricamente apoyadas como la Corona.

Parece, por tanto, que los oscuros años del bipartidismo acaban. Por primera vez en décadas, los ciudadanos españoles hacen política directa. Han perdido el respeto a los partidos políticos porque ven que quien gobierna carece de poder y autoridad. Surgió el 15M, renacieron los centros sociales y se potenciaron las asambleas de barrio, cada vez más numerosas y eficientes. Es una realidad que existe, por mucho que PP y PSOE se esfuercen en intentar monopolizar la política, criticando una y otra vez a los ciudadanos organizados que se están empoderando para tomar las decisiones que los políticos no se atreven a tomar.

Además, las encuestas también hablan. PP y PSOE han perdido el peso de antaño y entre ambos superan por poco el 40% en previsión de voto, cuando en 2008 ese porcentaje alcanzó el 84%. Formaciones como Izquierda Unida o UPyD ganan peso en el espectro político y podrían presumirse fundamentales para poder gobernar el país en los próximos años. Además, las redes sociales les dan el peso y el reconocimiento que los medios de comunicación tradicionales solo brindan a los dos grandes partidos. Una España mucho más plural y abierta se hace paso. Pero PP y PSOE no lo van a poner fácil. Para ellos es mucho más sencillo que los ciudadanos duerman y solo despierten cada cuatro años para conseguir así una supuesta legitimidad que les da carta blanca para hacer y deshacer a su antojo. Pero ya está bien. El poder es nuestro. Y ha llegado la hora de demostrarlo.

 

 

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