Conformarse o no conformarse con hacer las cosas como las hace todo el mundo son dos caminos. En cuestiones de consumo el segundo parece más respetuoso con el medio. Acciones tan sencillas como cambiar la marca del café pueden, al mismo tiempo, cambiar el planeta.
“O lo hacemos usted y yo día a día, o no lo hará nadie”. Así de claro lo dice en su blog el sociólogo Rafael Conde. Lo parió en septiembre del año pasado y le puso por nombre Desenganchándome del capitalismo. En él, Conde se convierte en su propio conejillo de indias: “Durante un año voy a probar otras formas alternativas de hacer las cosas y lo iré publicando en este blog. Además, mediré científicamente los efectos en mi salud, en mi bolsillo y en mi vida social”.
Está deseando que lo imiten porque, asegura, las pequeñas acciones pueden tener un impacto mucho mayor del que nos imaginamos. Sustituir el café normal de cada mañana por un café de comercio justo no sale más barato. Al contrario. Sin embargo, Conde lo ve desde otro ángulo. “Realmente estoy gastando lo mismo”, afirmaba hace unos días en la radio. Hay cosas que le suponen un gasto mayor, como comprar panela en lugar de azúcar. Pero con otras en cambio ahorra: por ejemplo, compartiendo coche para ir a trabajar. “Digamos que hay una parte del dinero que antes iba a la petrolera que ahora va a un agricultor de Nicaragua. Yo gasto lo mismo pero el impacto de lo que yo gasto es bastante distinto”.
Las externalidades
Un elemento clave en la teoría de Rafael Conde es el concepto de externalidad. Las externalidades “son esas cosas que uno produce con sus actos y que pasan a formar parte del contexto general”. El problema es que vivimos en un mundo en el que quien “coge la bici se siente bobo, porque de sus acciones se beneficia todo el mundo mientras él se traga el humo de los demás” (las externalidades pueden ser, como vemos, positivas y negativas).
¿Hay que rendirse por ello? ¡En absoluto! “Desde que empecé con todo esto, cuatro compañeros han empezado a tomar el café de las 11:00 de comercio justo. Eso significa que el resultado que yo esperaba se multiplica por cinco. Y es probable que algunos de los lectores del blog también lo hayan hecho. Y eso es una externalidad positiva. Y me hace muy feliz”.
Más gente inquieta
Rafael Conde no es, ni mucho menos, el único ser humano del planeta con la inquietud de no maltratarlo. Él mismo nos muestra que hay muchos más modelos a seguir de los que pensamos. Desde los más extremos, como aquel joven indio, Jadav Payeng, que creó una selva, hasta los más cotidianos.
Para quien requiera un aprendizaje guiado un sitio muy recomendable es http://www.ecodaisynature.com/. En esta web el usuario encontrará todo tipo de sencillísimas recetas para vivir en “modo ecológico”. Su creadora explica hasta cómo hacer maquillaje respetuoso con el medio.
Dice Rafael Conde que “la clave no es hacerlo perfecto. Cada persona puede llegar hasta un punto. ¡Pues que llegue hasta ese punto!”. Utilizar software libre en el ordenador, abrir una cuenta en un banco ético o preocuparnos por el origen de los alimentos que ingerimos son sólo algunas ideas. Y suenan bastante bien.