Golpes de Estado, guerras civiles, gobiernos ilegítimos, violación de derechos humanos, escasez de servicios públicos, declive económico… son circunstancias que pueden calificar a un país como un estado fallido. Más de mil millones de personas en el mundo viven en países que corren el riesgo de desmoronarse.
El concepto de Estado, tal y como lo conocemos en la actualidad, nace no hace tanto tiempo. Es en 1648, con el Tratado de Westfalia, cuando cambian las reglas del juego internacional. En ese momento se establece el nuevo orden mundial y la necesidad de que un país tenga soberanía, territorio y población para que se convierta en estado. Desde entonces hasta hoy, han cambiado mucho las cosas. Dictaduras, catástrofes naturales, terrorismo, invasiones de unos países a otros, emigración crónica, establecimiento de nuevas fronteras… han ido configurando un prisma internacional en el que, cuando uno de esos tres elementos se tambalea, surge el concepto de estado fallido.
Somalia en primer puesto
El Fondo por la Paz y la revista Foreing Policy publican anualmente, desde el año 2005, un listado de países en los que existe un riesgo real e inminente de fracaso. Doce indicadores políticos, sociales y económicos han sido analizados en 177 países, dejando a Somalia en un preocupante primer puesto por cuarto año consecutivo.
Pero de esta lista no se salva ningún continente. Si bien es cierto que son africanos la mayoría de países que quedan en el punto de mira internacional, Asia, Europa o América tampoco quedan exentas de culpa. Irak, con el puesto número nueve, y Afganistán, con el séptimo, son ejemplos de cómo la guerra puede dejar a un gobierno tan denostado que necesite de la intervención de las fuerzas armadas internacionales para establecer una mínima estabilidad. La República Democrática del Congo, en el cuarto puesto, lo es de cómo teniendo unos vastos recursos naturales, éstos han quedado bajo el control de muy pocas manos dejando a la gran mayoría de la población sin servicios públicos mínimos. México y Guatemala aparecen también en la lista. Su pecado: los altos índices de inseguridad. El poder de los cárteles del narcotráfico, los grupos paramilitares y las pandillas les han colocado en los puestos 94 y 73 respectivamente. Y hay muchos nombres más que, por una circunstancia u otra, han entrado en el Índice de Estados Fallidos: Sudán, Guinea, Haití, Etiopía, Corea del Norte… Incluso España, que ostenta la posición número 151.
Conflicto armado y sequía
De todos ellos, sin duda, Somalia, es el más preocupante. Sufre la peor sequía de los últimos 60 años y dos de sus regiones, Somalilandia y Puntlandia, funcionan de forma totalmente independiente. Además, su gobierno de transición, apoyado por Naciones Unidas, lucha de forma férrea contra grupos de la milicia islamista que quieren arrebatarle el poder. Las consecuencias son sufridas por la población. Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), decenas de miles de personas han muerto de hambre en los últimos meses y en lo que va de año, 166.000 han huido del país. En la actualidad Somalia tiene declarado el estado de hambruna.
Predecir cuándo un país puede convertirse en Estado fallido es imposible, pero sí que conocemos las consecuencias. Le toca mover ficha a los políticos. Les toca analizar los puntos vulnerables de cada país y actuar en consecuencia.