Menos es más: Ciudades en Transición

Parece que al ser humano le cuesta asumir aquello de que “menos es más”. Sin embargo, en un planeta dividido por el consumismo insaciable de una de sus mitades, consiguen aflorar iniciativas que promueven precisamente eso: ponerse a dieta de tanto consumir. Entre ellas, la de las Ciudades en Transición, comunidades en las que las personas se sienten más felices con mucho menos.

El movimiento de las Ciudades en Transición, que resumiendo mucho persigue reducir el consumo de petróleo de una comunidad, es prácticamente un recién nacido que vio la luz por primera vez en el Reino Unido allá por 2007. A pesar de su juventud se ha extendido por todo el mundo, especialmente en su país de origen, en Estados Unidos y en Holanda. Con tan solo dos años ya eran casi 200 las comunidades que habían sido reconocidas oficialmente como “transition towns”.

El éxito de Totnes

Rob Hopkins es un joven profesor de Permacultura considerado padre del movimiento. Todo comenzó en su pueblo, la localidad inglesa de Totnes, hoy escaparate mundial de las Ciudades en Transición. “Nunca imaginamos que tendría un impacto tan extraordinario. Lo más sorprendente no es sólo lo que ha cambiado Totnes, sino que nuestro ejemplo haya cundido en tantas iniciativas similares en todo el mundo”, explicaba el propio Hopkins hace un par de años en una entrevista.

La reducción del consumo de petróleo pasa por hacer entender a las personas que casi todo en la vida supone un gasto de este combustible no renovable. Las autoras Cecile Andrews y Wanda Urbanska lo explican muy pedagógicamente en su obra conjunta “Less is more”: “los dirigentes del movimiento Ciudades en Transición trabajan con los vecinos para cubrir sus necesidades de alimentos y comprar localmente. Alientan a la gente a compartir, a través de iniciativas como las monedas locales, el intercambio de herramientas, los coches compartidos y la venta directa en mercados”.

Parece sencillo, aunque en realidad es muy complicado que las personas hagan de esa sencillez un estilo de vida. Todo lo que apuntan Andrews y Urbanska supone trabajar en equipo. Pero se puede ganar mucho. Esta filosofía conduce a “prepararse para la escasez de recursos y el cambio climático, desarrollando comunidades social y económicamente resilientes, centradas en mejorar la calidad de vida de sus habitantes y en vivir sosteniblemente”.

Algunos pensadores relacionan el concepto de Ciudades en Transición con el de decrecimiento, cuyo principal ideólogo es el filósofo y economista francés Serge Latouche. Rob Hopkins aclara que su ciudad en transición es algo mucho más práctico: se puede ver y tocar.

¿Otra transición en España?

En España también ha saltado la chispa. Sin ir más lejos el municipio madrileño de Zarzalejos acogerá entre el 20 y el 22 de abril el primer Encuentro Ibérico de Transición. Y son muchas las iniciativas de esta naturaleza propuestas a lo largo y ancho de la geografía española.

Para todas aquellas personas a las que se les haya despertado la curiosidad o que estén pensando en plantar la semilla de una nueva ciudad en transición existen en sinfín de materiales de ayuda. ¿Alguien se anima?

 

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