Los porcentajes de participación en cualquier huelga varían enormemente según la fuente y el medio que emita la información. Para los sindicatos convocantes la gran mayoría secunda la huelga, mientras que patronal y gobierno informan siempre de escaso seguimiento. Pero, ¿quién intenta engañarnos? Probablemente, ambas partes.
La manipulación informativa es tan antigua como el poder, que pronto descubrió la importancia de controlar la información y atraer la opinión pública hacia los intereses de un determinado colectivo. Probablemente las primeras formas de manipulación informativa tuvieron lugar en las plazas públicas y ágoras de la antigüedad. Por aquel entonces, la información se transmitía oralmente y, por tanto, la capacidad de manipulación era limitada. Pero el mundo ha cambiado mucho y la modernidad ha convertido a los actuales medios de comunicación: televisiones, radios y periódicos (tradicionales u online), en verdaderas armas de manipulación masiva.
El control de las ideas
La esencia de la manipulación informativa radica en el control de las ideas. Por una parte, lo que se repite hasta la saciedad cala entre el público y se convierte en verdad absoluta, aunque no lo sea. Ya decía Joseph Goebbels, el artífice de la propaganda nazi, que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Por otra parte, de lo que no se habla en los medios de comunicación, sencillamente no existe, queda fuera del debate de las ideas y desaparece del espacio público. Esto hace que los medios con mayor difusión detenten el llamado “monopolio de las ideas”, pues la sociedad solo trata aquellos temas que son noticia en los medios. Aurora Labio, profesora de periodismo en la Universidad de Sevilla, alerta de que el monopolio se extiende por todo el mundo, señalando que “una sociedad globalizada en términos económicos, es una sociedad uniformada en términos culturales e informativos”.
Los recursos que se utilizan para manipular al personal van desde la mentira flagrante hasta la simple omisión de información, pasando por las verdades a medias, la propagación de rumores o la desinformación. El uso de técnicas como la descontextualización, la generalización o la desorganización del contenido está a la orden del día. También se juega con la forma de utilizar el lenguaje y diversas formas de eufemismos. Por ejemplo, expresiones como “fuerzas de paz”, “daños colaterales” u “operación quirúrgica” tienen por objeto dulcificar la información sobre conflictos armados para que las guerras parezcan un mal menor en lugar de las verdaderas tragedias humanas que son.
El clamoroso caso de RTVE
Lógicamente, para manipular la información pública hay que controlar los medios de comunicación. Y esto se hace directamente, como en el caso de RTVE o las televisiones autonómicas, o a través de tejemanejes políticos como la concesión de licencias a cadenas de radio o televisión afines al gobierno de turno. Otro recurso consiste en la simple tenencia de los medios de comunicación por empresarios vinculados a un partido político, lo que en España ha dado lugar a un curioso fenómeno: hemos pasado del bipartidismo al “biperiodismo”.
Pero volvamos a RTVE. Parece mentira que en pleno siglo XXI, en un país democrático como este, el Director General de la principal cadena de televisión pública sea nombrado directamente por el Gobierno. Y que sea ese Director General el que designa a los responsables de los Servicios Informativos de RTVE. El resultado es evidente: los servicios informativos de RTVE están, valga la redundancia, al servicio del Gobierno. En este estudio de la UNEDse dan ejemplos muy concretos (y hasta vergonzosos) sobre el nivel de manipulación que existe en el ente público.
Afortunadamente, para cerrar este artículo hemos encontrado una cita mejor que la de Goebbels sobre la mentira hecha verdad: “Se puede engañar a todos en alguna ocasión, incluso se puede engañar a muchos durante algún tiempo, pero no se puede engañar siempre a todo el mundo”, Abraham Lincoln.