Los niños de asfalto necesitan naturaleza

Los niños necesitan estar en contacto con el mundo que les rodea para desarrollarse de forma integral. La creciente urbanización, en las últimas décadas, ha sido uno de los factores que ha provocado una desconexión con la naturaleza con sus correspondientes consecuencias y trastornos. Para solventar esta situación surge el movimiento de vuelta a la naturaleza, que requiere de una gran implicación de las familias.

Los niños tienen una atracción innata por la naturaleza y todo lo que la rodea. Sienten fascinación por los paisajes con sus ríos, montañas y prados verdes y por los seres vivos como animales y plantas. Esta atracción se conoce como biofilia. En cambio, se puede llegar a generar rechazo y hasta miedo por todo lo natural, la biofobia. La reducción del contacto con el entorno natural y la educación medioambiental centrada en temas tan abstractos, incluso lejanos e intangibles para un niño, como pueden ser el agujero de la capa de ozono o el calentamiento global, provoca una desconexión con la naturaleza.

La urbanización ha provocado desconexión con la naturaleza

El 43,5% de los niños y adolescentes de entre 0 y 19 años vive en ciudades de más de 500.000 habitantes (según la publicación de Unicef «Estado mundial de la infancia 2012: Niñas y niños en un mundo urbano«). Las generaciones anteriores solían pasar su infancia jugando en los alrededores de sus casas. Sin embargo, la creciente urbanización en las últimas décadas ha hecho que la mayoría de los niños que viven en países desarrollados como España, pasen poco tiempo en espacios abiertos.

Según Belén Robes, Psicóloga infanto-juvenil de Afectiva Escuela de Desarrollo Emocional y Social, “es cierto que anteriormente existía un mayor contacto con la naturaleza, debido a que había más personas viviendo en entornos rurales. Sin embargo, hoy en día hay una tendencia a que las familias tengan un contacto más consciente con la intención de educar a los hijos en valores como la ecología, respeto a los animales o vida y alimentación saludable en los que la naturaleza tiene un papel importante”.

Las dificultades para un mayor contacto con la naturaleza no son sólo fruto de una mayor urbanización. También influye el nuevo modelo de padres sobreprotectores y preocupados en exceso por la seguridad en un mundo que paradójicamente es más seguro que hace unas décadas. Como consecuencia, en lugar de tiempo y lugares para explorar en libertad, los niños tienen una agenda de actividades estructuradas y dirigidas.

Otros factores de la desconexión con la naturaleza son el ritmo de vida adulta, las demandas de la sociedad moderna y el estrés que se genera en el día a día. Según Robles, “se nos exige mucho a nivel laboral y escolar y queda poco tiempo para dedicarnos a otro tipo de actividades. Además, existe un desconocimiento de los beneficios que tiene para los niños el contacto con la naturaleza”.

Beneficios del contacto de los niños con la naturaleza

Proporcionar a los niños la oportunidad de estar en contacto con la naturaleza fomenta un buen desarrollo físico, intelectual, emocional y relacional. A nivel  físico, la naturaleza es un espacio ideal para estimular los sentidos, practicar juegos al aire libre y mejorar la forma física. Los niños consiguen así habilidades motoras de coordinación, equilibrio y agilidad. Además evitan una vida sedentaria con lo que también se reduce el riesgo de enfermedades como la obesidad por ejemplo.

Desde un punto de vista psicológico favorece tanto a la parte emocional como intelectual. A  nivel emocional proporciona sentimientos de bienestar, tranquilidad y ayuda a liberar tensión. Por su parte, en los entornos naturales los niños pueden experimentar y descubrir nuevos aprendizajes de una forma vivencial que ayudan a entender cómo funciona el mundo.

También fomenta capacidades como la autonomía, la creatividad, la empatía, el respeto y la responsabilidad. Estos valores son a su vez un factor clave que promueve el interés por preservar el medioambiente, tal y como se expone en el «Estudio sobre los riesgos y beneficios de las experiencias de los niños al aire libre y en la naturaleza» publicado en 2012 por la red Children & Nature.

Trastorno por Déficit de Naturaleza o Síndrome de Heidi

Para Robles, una de las principales carencias de un niño sin contacto con la naturaleza, sería el desconocimiento del mundo que le rodea, lo que “puede provocar un pensamiento rígido, limitado y desligado de la realidad”.

Por su parte, Richard Louv periodista y escritor estadounidense, acuñó el término “Trastorno por Déficit de Naturaleza” en su libro El último niño de los bosques (un bestseller americano publicado en 2005 que aún no se ha traducido al español). Así Louv considera que cuanto menos tiempo pasan los niños en un entorno natural, más se reducen sus sentidos, físicos y psicológicos y merma su experiencia humana. Además, conecta muchos de los problemas de la infancia de hoy en día, como el estrés, la obesidad, la depresión o la hiperactividad, con esa falta de contacto con la naturaleza y el exceso de exposición de los niños a la tecnología y piensa que hay que encontrar el equilibrio entre ambas.

En España, el “Trastorno por Déficit de Naturaleza” se ha traducido libremente como “Síndrome de Heidi”, en referencia al libro infantil Heidi creado por Johanna Spyri en 1880. Heidi enfermaba cuando tenía que irse a la ciudad, mientras que su amiga Clara sanaba de sus males tras instalarse en la granja del abuelo de Heidi en los Alpes.

El creciente movimiento de vuelta a la naturaleza

El libro “El último niño en los bosques” ha tenido un gran impacto en países como Estados Unidos y Gran Bretaña y ha servido como estímulo del movimiento de vuelta a la naturaleza. Esta corriente está encabezada por la redChildren & Nature desde la que Louv es promotor de los clubes de naturaleza para familia.

Así, esta red nos invita a crear estas pequeñas asociaciones en nuestro entorno con las que hacer y compartir excursiones. Es un movimiento en constante crecimiento, así lo demuestra un estudio que refleja que entre 2009 y 2011 se ha pasado de un millón a tres millones de niños y jóvenes que practican el contacto con la naturaleza. Por su parte, esta tendencia llega a España de la mano de la escritora Heike Freire, quien se inspiró en el libro de Louv para escribir el suyo en español Educar en verde.

Cómo recuperar el contacto con la naturaleza en los niños

Los niños urbanitas se pasan todo el curso escolar entre las paredes de las aulas.  Aunque se aprovechen las épocas de vacaciones para apuntarlos a campamentos en la naturaleza, desde la familia nos tenemos que hacer responsables de la necesidad de pasar tiempo en entornos naturales. El contacto con la naturaleza debe ser lo más espontáneo posible y fomentar el juego desestructurado al aire libre.

 

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