La cruda situación económica que vive nuestro país desde hace unos años obliga a muchos españoles a buscarse la vida fuera de nuestras fronteras. Pero no hay datos exactos. Las cifras oficiales hablan de más de 262.000 españoles de nacimiento o nacionalizados emigrados entre 2008 y 2013. Sin embargo, otros estudios elevan ese dato hasta más de 700.000 personas. Europa es el destino preferido, pero no todos tienen la misma suerte y a los pocos meses tienen que volver a España sin haber encontrado un trabajo que les ayude a mejorar su complicada situación.
Un total de 42.685 españoles abandonaron España durante el primer semestre de 2014. De ellos, 27.026 eran españoles nacidos aquí y los 15.658 restantes nacieron en el extranjero pero posteriormente se nacionalizaron. Son las últimas cifras de migraciones que ha publicado esta mañana el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y que señalan que el flujo de emigración de la población de nacionalidad española aumentó un 15,5% respecto al semestre anterior.
Sin embargo, estos datos oficiales no son del todo correctos, pues ningún organismo se dedica a medir cuánta gente se va de España, ya que el INE infrarrepresenta la realidad de la emigración, según reconoce la propia institución. Los datos oficiales indican que se marcharon 2.186.795 personas entre el 1 de julio de 2008 y el 1 de julio de 2013, de los cuales el 11,98% (262.081) son españoles de nacimiento o nacionalizados. Aun así, las cifras de españoles o nacionalizados que ha abandonado el país en estos años podría ascender a las 700.000 personas, según el informe de la socióloga Amparo González para la Fundación Alternativas, pero es imposible saber el dato exacto puesto que muchos de los españoles que salen del país no se dan de baja en su padrón municipal ni se apuntan en el consulado del país de destino.
Pero no cabe duda que la crisis está expulsando a muchas personas de nuestro país, aunque no toda sea gente joven y bien formada. La sangría no parece tener fin. Según un informe presentado hace apenas un mes por el Instituto para la Sociedad y las Comunicaciones de Vodafone, el 58% de los españoles de entre 18 y 30 años no descarta emigrar a otro país para buscar mejores oportunidades de trabajo. De hecho, solo el 29% de los jóvenes están convencidos de que su situación será mejor que la de sus padres en materia de ingresos y estándares de vida y el 42% de los estudiantes universitarios se muestran poco confiados en encontrar un puesto de trabajo acorde a su formación.
¿Hay fuga de cerebros?
No se puede afirmar que solo abandonen el país las personas más preparadas. En primer lugar, porque según los datos del INE son los menores de edad el grupo de mayor emigración, principalmente hijos de inmigrantes que han nacido en España y que ahora vuelven al país de origen de sus padres. Y, en segundo lugar, porque el segundo grupo de emigración es el de personas en edad de trabajar (30-44 años) y que abandona el país para buscar un empleo con el objetivo de enviar dinero a sus familias. Este gran grupo se asemeja al perfil medio de emigrantes que abandonaron el país en la década de los sesenta del siglo pasado para buscar empleo en la Europa industrializada. El tercer bloque de emigrantes sí corresponde a jóvenes de 15 a 29 años y es ahí donde se está dando la fuga de cerebros de la que tanto se habla, pues aunque el porcentaje de personas de 24-34 años con educación superior es del 44% para las mujeres y el 34% para los hombres, los que tienden a emigrar sí que son mayoritariamente los que tienen un elevado nivel de instrucción.
De hecho, según un estudio técnico de CCOO, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), buque insignia de la investigación en España ha perdido 4.000 efectivos desde 2011. Es más, como recordaba el catedrático de la UCM, Carlos Andradas en “El País” hace apenas una semana, el INE, en su informe anual del pasado mes de noviembre, reconocía que el número de personas a jornada completa dedicadas a actividades de I+D había descendido, solo en 2013, en 5.219, y el número de investigadores a jornada completa había disminuido en 3.195, retrocediendo la ocupación en ambos sectores a los niveles más bajos desde 2006
¿Y a dónde van?
La emigración española (incluyendo a los nacionalizados) se dirige fundamentalmente a la UE. Como bien recoge The Huffington Post, y en contra de la impresión generalizada, no es Alemania (19.462) el destino preferido, sino Reino Unido, a donde han emigrado 30.779 españoles desde 2008 a 2013 según el INE (y hasta 112.980 según fuentes oficiales del país británico, aunque muchos pueden haber retornado). Francia es el país que han elegido 24.770 españoles, el segundo de la lista seguido de EEUU (22.030), también por delante de Alemania. Por su parte, los extranjeros que abandonan España vuelven a sus países de origen. Ecuador, Rumanía o Marruecos están acogiendo de nuevo a gran parte de los ciudadanos que emigraron hacia España en las últimas dos décadas.
Sin la misma suerte
Actualmente, los trabajadores españoles están muy bien valorados en el exterior, especialmente los perfiles más técnicos como ingenieros o arquitectos. En concreto, son los ingenieros industriales quienes más opciones tienen de encontrar un buen empleo en el extranjero, siempre y cuando se maneje con soltura en el idioma del país de destino.
El segundo sector que más mano de obra española está acogiendo es el de la construcción, pues en el extranjero se está volviendo a construir y ya no solo necesitan arquitectos con experiencia, sino albañiles y mano de obra con conocimientos a la hora de construir edificios. Tras estos dos sectores, las telecomunicaciones, la energía, la sanidad o la consultoría requieren también a profesionales españoles.
Aun así, no hay que ir a la aventura. Es fundamental tener conocimientos del idioma del país de destino y soltura para desenvolverse en situaciones adversas. Pero no todos lo consiguen. Según la Oficina Federal de Estadística de Alemania, casi la mitad de los emigrantes españoles que prueban suerte en este país regresan al cabo de unos meses. “En los años sesenta, todo era fruto de un proceso organizado. Había acuerdos entre los países y los españoles se iban ya con un puesto de trabajo buscado y casi un alojamiento. Ahora van por libre, a buscarse la vida”, explica la investigadora Carmen González. La angustia les vence y el miedo les obliga a volver.