La compleja situación en Oriente Medio

La guerra en Siria, el avance del Estado Islámico y de Israel puede suponer un antes y un después en esta importante área estratégica. Irán, aislado tras la firma del pacto nuclear con EEUU y perder su zona de influencia en Siria, se encuentra debilitado, pero la unión cada vez más patente entre China, Rusia, Pakistán y los países de Asia Central puede romper con toda la estrategia de Estados Unidos. Aun así, las elecciones en este país marcarán un punto de inflexión, especialmente si ganan las tesis bélicas de Donald Trump.

“No hay ninguna guerra religiosa, todas las guerras son económicas”. La profesora iraní Nazanín Armanian, profesora de Relaciones Internacionales en la UNED y de la Universidad de Barcelona, se mostró así de tajante en el análisis geopolítico que ofreció este martes en el Ateneo de Madrid sobre la situación en Oriente Medio. “Los medios de comunicación nos manipulan tanto que la verdad es la primera víctima de toda guerra”, asegura. Intentar resumir en un artículo las más de dos horas de ponencia de la profesora Armanian resulta muy complejo, especialmente porque en su conferencia rompió todos los tabúes que nos venden diariamente en la televisión. “El ataque a Irak fue por el petróleo, pues es el quinto país con mayores reservas en todo el mundo. Saddam Husseim no molestaba, igual que no molestaba Gadafi en Libia o Al Assad en Siria”, añade. De hecho, estos tres gobiernos mencionados, eran los únicos gobiernos laicos de todos los países árabes y, a la postre, los únicos que junto a Irán contenían un poco el avance de Israel en la zona. “El objetivo de EEUU no es ayudar a las pobres gentes que viven bajo una dictadura, pues tras derrotar a los gobiernos de estos países ha colocado gobiernos radicales islámicos que han empeorado las condiciones de vida de los ciudadanos”, añade.

Este cambio de paradigma se debe, según la propia Armanian, a que han surgido nuevos actores en el contexto internacional que están poniendo en cuestión la supremacía estadounidense y europea. Por un lado, están los BRIC (Brasil, Rusia, China e India), es decir, las cuatro superpotencias emergentes que para consolidar su crecimiento se ven en la necesidad de tener acceso a las reservas de gas y petróleo del mundo. Por otro lado, la Organización de Cooperación de Shangai, una organización intergubernamental a la que pertenecen de forma activa China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, India y Pakistán, es decir, toda Asia Central, países donde se encuentran las mayores reservas de gas del mundo. Otros como Afganistán o Irán participan como observadores. Todos los ‘–stan’, tras acercarse a la órbita estadounidense después de la caída de la Unión Soviética, están volviendo al abrigo ruso, una decisión que pone en entredicho la supremacía estadounidense en la zona, especialmente en países amigos como Pakistán o el todavía invadido Afganistán.

El fin de la Doctrina Obama

La hoja de ruta de la política exterior del presidente de EEUU, conocida como Doctrina Obama, está cerca de llegar a su fin. El interés del presidente ha sido siempre controlar el crecimiento de China y conseguir llevar a India bajo su influencia. Pero no ha conseguido ninguno de los dos objetivos. Los republicanos no le apoyan. Ni siquiera Hillary  Clinton, que se perfila como la candidata demócrata a las elecciones de noviembre. Todos estos ven como principales enemigos de EEUU a Irán y a Rusia, algo que Obama no concibe. Putin ha recuperado la zona de influencia de la antigua URSS en Asia Central, por eso el ejército estadounidense, a pesar de las promesas, no ha abandonado todavía Afganistán. Desde su ocupación, para derrotar a los otrora socios talibanes, EEUU está sacando los recursos naturales y minerales de Afganistán a través de Pakistán, especialmente el litio.

Sin embargo, el deterioro de las relaciones entre Pakistán y EEUU está poniendo en serio peligro la explotación minera afgana, pues el ejército norteamericano perdería la salida natural al mar. El acercamiento de Pakistán a China, Rusia e Irán –y al Pacto de Shangai- podría suponer otro foco de conflicto. Además, los casi cuatro millones de desplazados pakistaníes han sido acogidos por China. Asimismo, EEUU tenía a Turkmenistán bajo su órbita, el cuarto país con mayores reservas de gas en todo el mundo, y un gasoducto a través de Afganistán y Pakistán sería la solución perfecta para poder comercializarlo. Sin embargo, Rusia e Irán se opusieron. Mientras tanto, en los años de ocupación, han muerto más de 700.000 afganos y hay millones de desplazados y mutilados.

Israel, el actor invisible

Israel es el único actor que se beneficia del desmantelamiento de los países árabes (Yemen, Siria, Irak, Libia, Sudán…), más incluso que EEUU que está perdiendo su influencia en la zona. Como decía Armanian, los únicos gobiernos laicos de la zona (Libia, Irak y Siria) han sido cambiados por gobiernos radicales musulmanes bajo influencia de la OTAN, lo que ha neutralizado la influencia iraní, el otro gran actor que hacía contrapeso al avance israelí en territorio palestino.

Al Assad era un enemigo “calmado” de Israel. De hecho, ni siquiera ha intentado recuperar los Altos del Golán ocupados por el país judío. A la vez, Hezbolá en Líbano y Hamás en Palestina han perdido casi todo su poder y no pueden hacer frente al avance israelí en la región. Siria también está anulada con el grave conflicto que tiene dentro de sus fronteras y el avance del Estado Islámico. Y a la vez, Irán ha firmado con EEUU un pacto nuclear para frenar su acceso a la bomba atómica, por lo que no puede seguir investigando en armamento nuclear para poder responder a un posible ataque israelí, el único actor de la zona que sí posee este tipo de armas químicas.

Pero todo este escenario puede cambiar a partir de noviembre. Donald Trump, el líder republicano que más opciones tiene de llegar a la Casa Blanca, quiere acabar con el pacto con Irán e invadir el país de los ayatolás. Lo que puede suponer el mayor conflicto en la región desde hace décadas. Asimismo, al controlar Siria, no existe ningún país en todo el margen mediterráneo que no esté bajo la influencia de Occidente, lo que supone un gran avance estratégico para los intereses de Europa y Norteamérica. Si cae Al Assad en Siria, Israel va a tener vía libre para poder campar a sus anchas, especialmente porque con la caída del dirigente sirio, desaparecerían también las bases militares que Irán colocó en la frontera con Israel gracias a un acuerdo firmado con Siria. La derrota del Al Assad puede traer además otro daño colateral: el fin del Estado Palestino, pues Israel ya no va a tener quien le contenga en su avance en Gaza y Cisjordania. Por tanto, y a pesar de todo el complejo entramado geopolítico actual, el futuro de toda esta zona podría depender exclusivamente del devenir de la guerra contra el Estado Islámico y de las elecciones de Estados Unidos.

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