Grupos de consumo: una alternativa saludable

Otra forma de consumir es posible. Desde hace no muchos años y cada vez con más fuerza los grupos de consumo constituyen una alternativa a lo de siempre. ¿Qué son? ¿Cuántos existen? ¿Quién puede fundar uno? ¿En qué se benefician sus integrantes?

Un grupo de consumo, como su propio nombre indica, es un colectivo de personas que se agrupan para consumir determinados productos. Imaginemos que un conjunto de familias pretende comprar ateniéndose a criterios de sostenibilidad. Para ello, comienzan a reunirse en asamblea varias veces al mes. En estos encuentros, elaboran una lista de la compra en la que la cualidad de “ecológico” es una constante. No sólo hablamos de frutas y de verduras. También de productos de limpieza, de cosmética e incluso de libros.

En definitiva, y tal y como señala el sindicato Confederación Nacional de Trabajo (CNT), estos grupos tienen el objetivo de poner en marcha un sistema de consumo alternativo al imperante: respetuoso con el medio ambiente e impulsor del desarrollo rural de los distintos ámbitos geográficos.

El secreto del éxito

Existen grupos de distinta naturaleza, pero, en resumidas cuentas, el secreto de su funcionamiento es el mismo. La relación que se establece entre los productores y los consumidores es directa: en la medida de lo posible se eliminan los intermediarios y se apuesta por los circuitos cortos de comercialización.

Una de las principales objeciones que la sociedad ha encontrado siempre a la hora de comprar productos ecológicos es su elevado precio. Los mencionados circuitos cortos son una magnífica solución, ya que lo que realmente encarece los artículos es su comercialización a través de intermediarios que muchas veces los ofrecen al público como productos delicatessen. De esta forma productor y consumidor pueden llegar a acuerdos beneficiosos para ambos. Por ejemplo: una agrupación de personas se compromete a adquirir los productos de un pequeño agricultor durante un año, con la garantía de que dichos productos son mucho más saludables.

La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y las organizaciones de consumidores UCE y CEACCU publican cada mes un índice de precios en origen y destino de los alimentos. Entre los más llamativos: la cebolla, el ajo, la berenjena, el tomate de ensalada y el pepino. En el primero de estos casos el precio se multiplica casi 18 veces (de 0,06 a 1,06 euros el kilo de cebollas).

La evolución

En España, la iniciativa de los grupos de consumo surgió a finales de los años 80 y principios de los noventa, siempre vinculados a otros movimientos de carácter social. Sin embargo, no ha sido hasta los albores del siglo XXI cuando el crecimiento se ha disparado en el país.

Pongamos uno de los múltiples ejemplos que se pueden encontrar en España: la Red Agroecológica de Lavapiés (RAL). Dicha red, circunscrita exclusivamente al barrio madrileño que le da nombre, está formada hoy por 13 grupos. “Allá por 2007 y 2008 empezamos a organizarnos para difundir lo que hacíamos y ayudar a crear nuevos grupos, dadas las amplias listas de espera que teníamos”, explican sus responsables en su nutrido sitio web.

Quizá aún haga falta una gran labor de difusión de las ventajas que implica la fundación de grupos de consumo. Desde la RAL aseguran que actualmente todavía es mayor la demanda que la oferta y que por este motivo muchas personas se tienen que poner a la cola si quieren pertenecer a uno de estos grupos.

En las Comunidades Autónomas menos masificadas el número de grupos de consumo tiende a ser menor. Sin embargo, su presencia está muy extendida por todo el territorio.

Quienes estén interesados en fundar uno también pueden hacerlo, con el aliciente de elegir el modelo de grupo que más se adapte a sus circunstancias. Simplemente hay que seguir una serie de pautas. No es complicado. ¿Quién se anima?

 

 

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