¿Es una utopía pensar en un mundo mejor?

En estos momentos albergar la creencia de que el mundo actual puede mejorar podría ser calificado, de manera simplista, de mera utopía. Pero ¿qué es una utopía sino una verdad anticipada? Reconozcámoslo ¿cuántas verdades hemos catalogado de utópicas antes de hacerse realidad? Sin ir más lejos, si hace 150 años  alguien hubiera pronosticado que una inteligencia artificial (ordenador) almacenaría toda la información imaginable, indudablemente lo hubiéramos considerado cosa de locos. Y no obstante ahí está, para bien o para mal.

Por ello  alimentar la idea de que el “hombre”  deba renovarse moralmente para hacer del planeta un hogar más “habitable”, en el más amplio sentido de la palabra, no es tan absurdo. La grave enfermedad que afecta  a nuestra sociedad,  precisa de trasfusiones urgentes de humanidad, compasión y solidaridad,  para no fenecer, más bien pronto que tarde, a nivel cósmico en la disimulada auto destrucción en la que estamos sumidos.

El genial Charles Chaplin en la película ”El gran dictador”  ya decía: “nuestra ciencia nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia duros y faltos de sentimientos. Pensamos en demasía y sentimos demasiado poco. Más que maquinarias, necesitamos humanidad. Más que inteligencia,  amabilidad”. Y tras cinco décadas, seguimos igual, o peor. Se impondría  pues remedar este gran fracaso humano… O al menos intentarlo.

¿Por dónde empezar?

Por nosotros mismos y nuestro entorno más próximo. ¿Cómo? Cultivando, en lo que a los defensores de los animales respecta, las buenas prácticas en relación a la ética más allá de nuestra especie. No hay que ponerse grandes metas que resultarían quizás inalcanzables, sino pequeños retos diarios, aunque nos parezcan insignificantes, porque no lo son.

Fomentar un cambio de actitud que implique el rechazo de cualquier suerte  de “violencia” para con ellos (evidente o camuflada)  predicando con el ejemplo cotidiano, especialmente entre los más jóvenes  pues según el acreditado Psiquiatra Rojas Marco “la violencia no se nace con ella,  se aprende”. Interviniendo el ambiente social, el familiar y ciertas aptitudes personales de dominio y poder que se alojan en el cerebro,  donde se desarrollan y crecen, si encuentran un terreno abonado.

Combatir la crueldad

Consecuentemente el primer paso en esta renovación, sería  contrarrestar y combatir cualquier conato de crueldad o maltrato, por banal que parezca,  destinado a cualquier ser viviente del orden que sea. La importancia no está tanto en que víctima sea una mosca, una lagartija, un gato o un toro, sino en la plena asunción de que todos compartimos un antepasado común y una misma cualidad: existir.

Mucho camino recorrido desde esas bacterias microscópicas y el “homo sapiens”…. Ciertamente, la Naturaleza ha  hecho un gran trabajo  a lo largo de millones de años. Con mayor motivo nuestra obligación sería, de entrada,  respetar la integridad  de sus pobladores sin distinción, evitándoles sufrimientos gratuitos  e innecesarios. Quién sabe, quizás nos vaya en ello nuestra propia supervivencia.

 

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