El reciclaje debería ser un proceso habitual, un hábito ya incorporado a nuestra vida, pero no siempre nos resulta fácil. Y es que los hábitos son más fáciles de instaurar desde la más tierna infancia que crearlos de adultos. Todos los padres queremos dejar un mundo mejor a nuestros hijos, así que una muy buena forma es inculcarles el respeto por el medioambiente y reciclaje para que así puedan conservar un mundo mejor.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), estableció el 17 de mayo como el Día Mundial del Reciclaje, para que todos y cada uno de nosotros tomemos conciencia de que reciclar los residuos que generamos es un modo de contribuir con el medioambiente.
En ocasiones, la educación medioambiental está centrada en temas muy abstractos, lejanos e intangibles como el agujero de la capa de ozono o el calentamiento global. Son temas poco relacionados con el día a día de los niños, por lo que es difícil que se sensibilicen con ello. Por eso, enseñar a cuidar el medioambiente se debe centrar en inculcar hábitos.
Un niño puede entender que los árboles se usan para fabricar papel y que si usa “papel en sucio” para hacer sus dibujos, contribuye a que haya que cortar menos árboles. Yendo un poco más allá, entenderá que es mejor que se talen menos árboles porque su profesor del colegio también le habrá explicado que los árboles purifican el aire que respiramos.
Para una buena educación en el reciclaje, es primordial transmitir el concepto básico de aprovechar los recursos al máximo. Así entran en juego las tres erres, Reducir el gasto ecológico, Reutilizar y Reciclar todo lo posible para generar los residuos mínimos.
Razones para enseñar a los niños a reciclar:
Favorece el desarrollo de la conciencia ecológica, algo que ocurre en la primera infancia.
Reduce el impacto medioambiental. Al reciclar objetos, se preservan los recursos naturales, pues la materia reciclada se reutiliza. Asimismo, se reduce la producción de otros bienes susceptibles de convertirse en residuos. Con la reducción del volumen de residuos disminuye la contaminación que causarían (algunas materias tardan decenas de años e incluso siglos en degradarse).
Supone un ahorro económico. A nivel individual en la unidad familiar se economiza, pues si se reutilizan objetos, no gastamos dinero en adquirir nuevos bienes de consumo. En el ámbito industrial, la reducción de costes va asociada a la producción de nuevos bienes, ya que muchas veces el empleo de material reciclado reporta un coste menor que el material virgen.
Educa en valores como la responsabilidad y la solidaridad. Los niños aprenden que sus acciones tienen consecuencias y que además afectan a todos.
Inculca buenos hábitos, además del propio reciclaje, como el orden o el cuidado de las cosas. El reciclar implica un orden, es decir procesar los desechos ordenadamente y cada uno en su sitio. Además para poder reutilizar recursos hay que darles un buen cuidado para alargar su vida.
Es divertido. Lo que para los adultos en ocasiones puede ser tedioso y pesado, los niños lo ven como un juego.
Favorece la creatividad y el pensamiento lateral. Muchas veces se pueden hacer grandes cosas con objetos que parecen “basura” pero en realidad no lo son. Así, con los canutillos de cartón del papel higiénico, por ejemplo, se pueden hacer multitud de manualidades. Pero además hay cantidad de enseres a los que se les puede dar una segunda vida con un poco de imaginación, así lo muestra el autor del blog “Yo no lo tiraría” con sus múltiples tutoriales de reciclaje.
Qué cosas se puede enseñar a los niños a reciclar:
Papel y cartón. Establecer un lugar dónde poner papel en sucio para reutilizar, así como el papel y cartón para desechar, será la forma de que el reciclaje de estos materiales sea muy fácil para todos.
Vidrio, plástico y aceite. Son residuos de cuyo reciclaje a veces no se pueden encargar los más pequeños, pero que si lo ven en casa, aprenderán a hacerlo de la forma correcta.
Tapones de plástico. Cada vez hay más lugares de recogida de tapones de plástico, incluso en los propios colegios cuentan con contenedores para los mismos. Normalmente son campañas de reciclaje solidario de tapones de plástico, pues con el dinero que obtienen de la venta de los tapones, se financian causas solidarias. Los niños empatizan mucho y además se sienten útiles.
Ropa. Los niños pueden heredar ropa de hermanos o primos mayores y a su vez pasársela a los pequeños cuando ya no les sirve. Si no hay nadie a quien le pueda servir, siempre se puede donar a alguna asociación o llevar a puntos de recogida para su reciclaje.
Libros de texto y material escolar. Los libros de texto son muy efímeros, solo se utilizan durante un curso escolar, al acabar el mismo se pueden donar para que otros niños los puedan utilizar. La Fundación Melior, cada año lleva a cabo la campaña No sin mis libros de texto que cuenta con la recogida y donación de libros de texto para familias con pocos recursos económicos.
Libros y cuentos. Al igual que los adultos hay libros que ya hemos leído y no tenemos interés en conservar, los niños también tienen cuentos que ya no quieren volver a leer. En Libros Melior se recogen todos esos ejemplares y se les da una segunda oportunidad en las tiendas solidarias, donde se recaudan fondos para los distintos proyectos de la Fundación.
Juguetes. Los niños van creciendo y los juguetes que les parecían atractivos cuando eran pequeños, dejan de tener su encanto y ya no juegan con ellos. Es bueno, una vez al año, mirar con ellos qué juguetes ya no usan pero pueden ser interesantes para otros niños, recogerlos y donarlos. Además, esa actividad también les ayuda a mantener el orden entre sus cosas. Suelen haber campañas puntuales de recogida de juguetes como por ejemplo en épocas navideñas, aunque también hay algunos lugares en los que cuentan con recogida permanente.