¿Encerrados para siempre en la Era del Plástico?

Tiene poco más de un siglo de vida y ha invadido el planeta. El plástico es un material omnipresente que amenaza con no desaparecer jamás de la faz de la Tierra. Las dificultades para reciclarlo y su imparable entrada en la cadena alimenticia lo han convertido en una auténtica pesadilla para el medio ambiente.

“El plástico se parece cada vez más a la comida. La comida se parece cada vez más al plástico”. Esta escalofriante afirmación explica sin paños calientes la situación actual del planeta Tierra. Vivimos la que se ha venido a denominar la Era del Plástico, un omnipresente material que, como sucede con los residuos nucleares, jamás desaparece. Después de efectuar una contaminante parada en el mar, que puede prolongarse durante años, termina en el estómago de millones de animales, que lo confunden con porciones de comida (hay 10 veces más plástico que plancton). Una trampa maldita que impregna irreversiblemente la cadena alimenticia.

Hagamos un pequeño repaso por lo que hemos hecho hoy. Desde que nos levantamos de la cama el plástico ha sido uno de los protagonistas de la jornada. Está por todas partes: botellas, envoltorios, medicamentos, productos de aseo, mobiliario, tecnología, calzado… Es inevitable convivir con él. Y lo peor de todo es que, tal y como señala el canadiense Ian Connacher en el documental Adictos al plástico, “el mito más grande sobre él es que es desechable. No hay ningún organismo en la tierra que pueda degradar el plástico. Todas las piezas que se han hecho, excepto una pequeña cantidad que se ha incinerado, todavía existen”.

La triste historia del Pacífico

Connacher, que tardó alrededor de tres años en producir su obra, cuenta que existen cinco vórtices en el mundo. En palabras sencillas, se refiere a inmensas zonas acuáticas que ejercen una succión parecida a la del sumidero de un lavabo. Preocupa especialmente el vórtice del Pacífico Norte, en el que el plástico ocupa un área del tamaño de la Europa Occidental. Según un estudio publicado por la revista Biology Letters, de la Royal Society Británica, entre 1999 y 2010 la concentración de microplásticos en el mar se ha multiplicado por 100. Tal circunstancia ha provocado que hoy se conozca este preocupante fenómeno como “sopa de plástico”. La cosa se complica al descubrir que el plástico marino entra en contacto con todos los productos químicos que llegan al océano.

Sin embargo, a pesar de que el plástico ha invadido despiadadamente el mundo, su conquista ha tenido lugar en muy poco tiempo. Algo más de un siglo le ha bastado para llegar a los lugares más recónditos. Y el gran problema es, en el fondo, sencillísimo de entender: no solo existe un tipo de plástico, sino siete. Esto complica infinitamente la labor de las plantas de reciclaje. “Hasta ahora no he visto ni un solo producto que puedas enviar entero para ser convertido en un nuevo producto. Porque está fabricado con seis tipos diferentes de plástico”, dice en la película un empleado.

Más actual aún es el documental Plastic Planet, firmado por el austríaco Werner Boote. En total, una década de trabajo que se resume en la angustiosa reflexión del autor: “Dios mío. Estamos rodeados de peligro y nadie lo sabe. ¿Seré el único?”. Boote, consciente de la dependencia del ser humano hacia el plástico, solicita a la sociedad que trate de informarse mejor y que se convierta en consumidora proactiva.

Las cifras del plástico son alarmantes. En el mundo se producen 260 millones de toneladas de residuos de plástico, se consumen un millón de bolsas por minuto y éstas tardan entre 400 y 1.000 años en descomponerse. España es el primer productor europeo de bolsas de plástico de un solo uso…

La cara positiva

Afortunadamente existen muchas personas y empresas que se han propuesto ganarle la batalla a la invasión del plástico. Lo curioso del caso es que muchas de ellas se encuentran en las regiones más pobres del planeta, quizá porque han sido condenadas a ser vertederos del mundo desarrollado. Hay lugares de Kenia en los que se ha prohibido el uso de las bolsas de plástico. En India se recicla el 60% de este material (compáralo con el 5% que reciclamos en Occidente).

En otras regiones, por ejemplo en Norteamérica, las soluciones son muy diversas. Hay desde quien convierte montañas de plástico en vías de tren hasta quien lo transforma en abono para la agricultura. El único inconveniente es que este reciclaje del plástico no impide que se sigan fabricando otros productos diferentes.

Entre los descubrimientos más alentadores encontramos el hallazgo en Dublín de unas bacterias que podrían fagocitar el plástico. También comienza a producirse en serio el llamado bioplástico, que procede de los vegetales y que es totalmente degradable. Pero esto, mejor, te lo contamos en un próximo artículo.

 

 

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