En lucha contra la indefensión aprendida

Nos encontramos en un estado de desamparo. Esta situación nos hace asumir con resignación, pasividad y apatía los efectos de la crisis económica de los que no somos responsables y contra los que en realidad nos podemos rebelar. Debemos romper las cadenas de la indefensión aprendida inculcada en nuestra sociedad desde la infancia y movernos hacia un empoderamiento ciudadano que nos ayude a luchar.

La indefensión aprendida es un comportamiento pasivo fruto de la creencia subjetiva de no poder hacer nada frente a las situaciones aversivas. Esta teoría surgió durante los años 70, cuando el psicólogo y escritor estadounidense Martin Seligman desarrolló su teoría del comportamiento animal que serviría también para explicar fenómenos humanos.

Se caracteriza por vivir con resignación, pasividad y apatía realidades que no nos gustan pero que asumimos como ineludibles. Suele ser común en personas cuya educación ha sido autoritaria y si lo extrapolamos al conjunto de la población, podríamos decir que es propio de sociedades con paradigmas rígidos, opresivos e inamovibles.

La indefensión aprendida se inculca

Tal y como Seligman indujo la indefensión aprendida a los animales, también se puede hacer con las personas. Ocurre en la sociedad, también en la enseñanza y desde la más tierna infancia. Un ejemplo de ello es este vídeo es un ejemplo de cómo una profesora logra inducir la indefensión aprendida a la mitad de sus alumnos de forma muy sencilla y en tan sólo cinco minutos.

Es por ello que el trabajo de los docentes y educadores debe ser el formar a personas seguras, capaces de generar recursos y zafarse de la indefensión aprendida. Lo que aprendamos desde el colegio determinará en parte nuestra conducta social de adultos. Sin embargo, existen intereses en que sigamos en esa indefensión aprendida, sobre todo en el ámbito de la política.

Santiago Pardilla, sociólogo y gestor del Blog Ssociólogos, afirma que nos encontramos en un bucle de indefensión aprendida en relación a la vida política de nuestra sociedad y lo explica a través de los acontecimientos de la crisis económica: «Un ejemplo claro son las manifestaciones contra los recortes, los gobernantes intentan desvirtuar a los manifestantes y contestan que los recortes son inevitables. Indicando, que el movimiento ciudadano no sirve para nada, el luchar no sirve. Esta indefensión, está apoyada por los medios de comunicación, que criminalizan a los manifestantes por oponer resistencia a la autoridad, aunque esta esté empeorando la situación de millones de personas. El mensaje es claro, los recortes son inevitables».

Del mismo modo que hemos aceptado esas premisas políticas como inevitables, tampoco nos alarmamos por los casos de corrupción, tal y como afirma Alejandro Nieto, catedrático de Derecho y expresidente del CSIC, que cree que no hay solución alguna ante la corrupción y considera que nos ha tocado vivir este momento de declive.

Empoderamiento ciudadano para defendernos

Es evidente que hay quien se beneficia de ese sentimiento social. Además ese estado se consolida por las trampas que nuestra propia psique nos puede jugar. La aceptación de situaciones desagradables o equivocarnos nos produce sentimiento de culpa y contradicción que nos genera una tensión psicológica. A este fenómeno se le conoce como disonancia cognitiva que generalmente intentamos solucionar con excusas.

La indefensión aprendida y la disonancia cognitiva suelen retroalimentarse la una de la otra. Para romper ese círculo vicioso hay que ser valiente para tomar consciencia de la situación, afrontar las contradicciones, reconocer los errores, puesto que equivocarse no es fracasar sino aprender, movilizarse y rectificar.

Pardilla afirma que se puede salir de la indefensión aprendida «cuando el ciudadano tiene acceso al conocimiento y tiene voz crítica contra la información que recibe, sobre todo de los medios de comunicación. Tal vez, esa “información alternativa” se está consiguiendo gracias a Internet, mediante el acceso a otros diarios extranjeros, blogs y redes sociales como Twitter que se ha convertido en un periódico de noticias las 24 horas». Esto es el empoderamiento ciudadano, devolver a la población la creencia de que sus acciones podrían modificar la realidad social. Asimismo, reconoce que «el ciudadano debe dejar su zona de confort ante los acontecimientos que están sucediendo y “pasar a la acción”, pues la comodidad de la pasividad es más peligrosa que salir a la calle».

 

 

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