¿Educar para ser “niño modelo” o adulto con valores?

Una de las preocupaciones en la educación de las nuevas generaciones es el aprendizaje de valores y buenas conductas. Hasta ahora muchas de esas enseñanzas se transmitían con una educación impositiva. Sin embargo, varios estudios demuestran que esta forma de educar es efectiva a corto plazo pero no en el futuro. Por su parte, el clásico “predicar con el ejemplo” y no obligar favorece que lo hagan de una forma más consciente y que de adultos tengan esas conductas y valores integrados en su vida.

Queremos que nuestros hijos, obligados a dar besos a diestro y siniestro, sean cariñosos, educados hasta con personas que son totalmente groseros con ellos, generosos prestando sus juguetes al primer niño desconocido con el que se cruzan, cuidadosos con el entorno, que coman bien, etc. Pero la pregunta es ¿queremos “niños modelo”, simplemente obedientes y que hagan todas esas cosas, o bien adultos convencidos de valores y conductas loables integradas en su vida?

Si lo que deseamos son lo que podríamos llamar “hijos de exposición”, unos niños autómatas que cumplan nuestras normas porque resultan mucho más estéticos de cara a lo socialmente establecido, está claro que la imposición es el camino. Pero si por el contrario queremos adultos responsables y comprometidos, tendremos que ofrecer un aprendizaje que perdure en el tiempo a través de una enseñanza respetuosa que dé libertad para que tomen sus propias decisiones. Asimismo es fundamental el paso previo de dar buen ejemplo con nuestros propios actos para que tengan un buen modelo de referencia del que aprender.

Educar a través del convencimiento y no con la imposición

Un estudio sobre los métodos de alimentación de los padres publicado en el Journal of Nutrition Education and Behavior, demuestra que los padres que presionan a sus hijos o les chantajean para que coman fruta y verdura, consiguen que los niños obedezcan en ese momento, pero también provoca que en el futuro esos niños ingieran menos alimentos saludables. Así pues se consigue el objetivo a corto plazo de que los niños lleven el tipo de alimentación que los padres decidan, pero no les enseñan a adoptar una alimentación saludable.

No obligar a los niños a comer, hace que de mayores coman más sano, lo que demuestra que es mejor educar desde el respeto y el convencimiento que desde la imposición. Y eso es trasladable a todos los valores y buenas conductas que queramos inculcar, como puede ser el de la generosidad por ejemplo.

Cómo enseñar valores como la generosidad

Es habitual ver a padres en el parque repitiendo el mantra “hay que compartir” e incluso quitarle el juguete a su hijo para dárselo a otro niño. En lugar de sugerir, empleamos la coacción y la imposición para que dejen sus cosas. No tenemos en cuenta que puede que su camión sea lo más preciado que tienen en ese momento y no respetamos su deseo de disfrutar de sus pertenencias. Además, el que no lo comparta en ese momento no significa que sea un niño egoísta. Paradójicamente, muchas veces les pedimos a nuestros hijos lo que no estaríamos dispuestos a hacer nosotros mismos, pues no vamos prestando nuestro coche o nuestro teléfono móvil al primer desconocido con el que nos cruzamos.

Un estudio de la Universidad de Cornell, confirma que dar a los niños la opción de decidir si comparten hace que aumente su generosidad posteriormente. Y es que el acto de compartir para que conserve su esencia, debe ser libre y voluntario. Así pues si dejamos que nuestros hijos decidan libremente si quieren o no quieren compartir sus cosas, es muy posible que luego empaticen y respeten más cuando el otro no comparta algo con ellos. Mientras que si les obligamos tenderán a exigir que los demás hagan lo mismo con ellos sin respetar la voluntad del otro.

La empatía, el ejemplo y libertad suelen ser las mejores formas de transmitir valores propios del ser humano como la generosidad, tal y como demostró la ONG Aldeas Infantiles con su cámara oculta. Así pues seamos empáticos, sirvamos de ejemplo y actuemos con libertad para poder transmitir valores y buenas conductas a las nuevas generaciones.

 

 

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