Día Universal de la Infancia: en busca de las sonrisas robadas

Hoy celebramos el Día Universal del Niño. Esta jornada trata de concienciar a la sociedad en medio de un mundo en el que unos 20 millones de pequeños están malnutridos y más de 250 millones de ellos trabajan. Del otro lado, algunos jóvenes exhiben sus desorbitantes riquezas a través de internet.

Fue en 1954 cuando la Asamblea General de la ONU recomendó que los países instituyeran el Día Universal de la Infancia con el objetivo de promover el bienestar de los niños del mundo.

Finalmente, se escogió el 20 de noviembre porque también en 20 de noviembre se habían aprobado la Declaración de los Derechos del Niño (1959) y la Convención sobre los Derechos del Niño (1989).

Todos los días deberían ser el de la infancia

Más de medio siglo después 19 millones de niños viven malnutridos. Algunos informes aseguran que el hambre infantil se podría erradicar con unos 3.000 millones de euros. Una cifra insignificante si la comparamos, por ejemplo, con los 1,6 millones de gasto militar que se llevó a cabo en 2010.

A pesar de las buenas intenciones, que en efecto las hay, y muchas, la situación no ha mejorado con el paso del tiempo. Los niños siguen constituyendo el pedacito más vulnerable del conjunto de la sociedad. Y para hacerle frente, una única arma: la inocencia. Ésa que les hace sonreír incluso cuando no hay nada que llevarse a la boca.

Para hacerse una idea de qué tipo de males acechan a los niños del siglo XXI basta con echar un vistazo al apartado Últimas Noticias de la web de la ONG Save the Children, líder a escala mundial en el trabajo en favor de la infancia. En este espacio, a diario,  los titulares dan dramáticas pinceladas en el lienzo de la niñez: pequeños castigados sin motivo, niños refugiados sin acceso a la educación, un millón de menores víctimas de trata con fines de explotación sexual…

Capítulo aparte merece la problemática del trabajo infantil, tan trágica que celebra su propio día mundial el 12 de junio. Unos 250 millones de niños trabajan para sobrevivir en el mismo planeta en el que otros alardean sin escrúpulos de sus incalculables riquezas.

Unos tan poco… y otros tanto

Hace apenas unos días saltaba a los medios de comunicación una noticia inaudita, la de Los Niños Ricos de Instagram. Este blog, de creador anónimo, ha sembrado la polémica en un mundo atenazado por la crisis. Chavales hastiados de dinero suben a la red sus millonarias facturas o sus absurdas dudas existenciales acerca de qué zapatos de marca deberían ponerse por la tarde.

Por último, hablaremos del informe Estado Mundial de la Infancia. Este año Unicef -el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia- ha escogido el mundo urbano como tema central de este trabajo. En su prefacio, Anthony Lake (director ejecutivo de Unicef) realiza la siguiente reflexión: “Cuando pensamos en los niños más pobres del mundo, la imagen que viene a nuestras mentes suele ser la de un niño o una niña hambriento que vive en una remota comunidad rural de África subsahariana, como hay tantas hoy en día”.

Sin embargo, cientos de millones de niños (casi la mitad de los niños del mundo) viven en barrios urbanos marginales y carecen de acceso a los servicios básicos.

No hay que irse demasiado lejos. En España hay más de 2,2 millones de niños pobres. En nuestro país la crisis se ha cebado con el colectivo infantil, aunque se haga poco hincapié en los medios o en los discursos de los políticos. Tal es la gravedad del asunto que en otros países ya se apadrinan niños españoles. Increíble, pero cierto.

 

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