¿Cuánto dinero mueve el crimen?

El narcotráfico, la venta ilegal de armas, las falsificaciones o la trata de personas son algunos de los negocios más rentables del mundo. Mueven cada año millones y millones de dólares, pero a la vez siembran terror y sangre allá por donde pasan. Los Estados afectados tratan de ponerle freno, pero hay tanto en juego que resulta imposible zanjar esta masacre.

Cuando se habla de los sectores económicos que mueven más dinero en el mundo, se suele pensar en las nuevas tecnologías, la banca y los servicios financieros, el sector del automóvil o del lujo… Pero, por desgracia, la realidad siempre es mucho más oscura de lo que parece. Por eso, a poca gente le sorprenderá que los negocios realmente rentables sean aquellos que van ligados al crimen y a la ilegalidad. Son datos opacos y silenciados, que parecen importar a pocos gobiernos y organizaciones, especialmente por todo el dinero que mueven a su alrededor. El último informe sobre el “Producto Criminal Bruto”, publicado en 2010 por la Oficina de Crimen y Droga de la ONU (UNODC), asegura que la delincuencia organizada derivada de los mercados de la droga, el tráfico de armas y de seres humanos supone el 1,5% del PIB mundial y el 7% de las exportaciones globales de mercancías. Es decir, una cantidad que supera los 700.000 millones de euros al año. Además, reconoce que el 70% de estos ingresos ilícitos se pueden blanquear a través del sistema financiero.

1. Droga

El negocio del tráfico de estupefacientes es, sencillamente, gigantesco. Imposible de medir. Según los datos de la Oficina de Crimen y Droga de la ONU, esta industria sería la joya de la corona de los negocios ilícitos y movería al año en torno a 300.000 millones de dólares. Un dato que parece poco ambicioso. Según la DEA (Administración para el Control de Drogas de EEUU), esa cantidad podría superar los 500.000 millones de dólares. Es decir, que si lo comparamos con el PIB de algunos países, podríamos colocar este importante mercado en el puesto 21 o 22 de la lista de los estados más ricos del mundo, por delante de potencias como Noruega, Bélgica o Argentina.

La cocaína y la heroína son los dos mercados de droga que más dinero generan: suman 116.000 millones de euros, aunque el consumo de ambas sustancias se mantiene estable, e incluso desciende, como en Europa, donde parece haber tocado techo. Destacable es el caso de Afganistán, donde la producción de opio aumentó un 133% y genera 1.064 millones de euros, el 9% del PIB. La ONU calcula que el 90% del opio que se consume en el mundo proviene de este país. Casualmente, la producción se ha multiplicado desde que los talibanes fueron expulsados del poder y el país pasó a ser controlado por Estados Unidos. La extensión de las superficies cultivadas con opio ha pasado de las 154.000 hectáreas de 2012 a las 209.000 actuales, superando el récord de 193.000 hectáreas alcanzado en 2007, según el informe que la oficina de la ONU elabora junto al Ministerio Antinarcóticos afgano.

2. Armamento

Presionados por los lobbies armamentísticos, los gobiernos de todo el mundo no han parado de invertir en esta industria legítima, pero poco loable desde 1945. Hoy en día se gasta más en Defensa que durante los años más tensos de la Guerra Fría. Tanques, artillería y toda clase de armamento se compran y se venden a cambio de miles de millones de euros cada año. En 2007, el gasto global superó el billón de dólares y, en la actualidad, se ha duplicado. Actualmente, -y a pesar de la leve caída mundial de 2012 por primera vez en más de una década- el gasto militar mundial alcanzó los 1,75 billones de dólares, según las cifras del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés).

Solo en el sur de Estados Unidos hay más de 100.000 armerías amparadas por el lobby armamentístico que abastece de armas a los cárteles mexicanos y de otras naciones. Asimismo, para autofinanciar a los ejércitos, las grandes potencias venden armamento a cualquier país que lo solicite, ya sean Estados terroristas, dictatoriales o corruptos.

3. Falsificaciones

Otro de los grandes negocios ilícitos es el de la falsificación, especialmente de drogas y tecnología. Según los datos de la UNODC, en 2010 solo en productos tecnológicos se falsificaba por valor de 100.000 millones de dólares en todo el mundo. La proliferación de medicamentos falsos movía ese año más de 75.000 millones de dólares, y todo sin contar con la gran joya de este negocio: la piratería de películas y software, que superaba los 130.000 millones. Además, existen otros mercados lucrativos como la falsificación de ropa, zapatos o música, de los que no hay datos oficiales. Es uno de los mercados ilegales que más está creciendo. Solo en España, este negocio podría mover entre 1.000 y 3.000 millones de euros al año. Pero, por desgracia, muchas veces la Policía se fija en el último eslabón, el mantero. Sin embargo, cuesta llegar a los que mueven los hilos de un sector que, según algunas fuentes, podría superar ya al tráfico de drogas y mover en el mercado más de 500.000 millones de euros cada año.

4. Tráfico de personas

Con respecto a la trata de personas, también denominada la esclavitud del siglo XXI, la ONU advierte de que es un negocio que se ha expandido y que hace circular más de 31.000 millones de dólares al año, de los cuales, cerca de 28.000 millones corresponden exclusivamente a la explotación sexual. Según el último estudio de la Organización Internacional del Trabajo, el tráfico de seres humanos afecta actualmente a más de 20,9 millones de personas, “de las cuales 18,7 son explotadas por la economía privada”, tal y como asegura Joy Ngozi Ezeilo, Relatora Especial de la ONU sobre la trata de personas, especialmente de mujeres y niños. Solo en España, cerca de 48.000 mujeres podrían estar siendo víctimas de explotación sexual, según datos extraídos del informe «Trata de personas hacia Europa con fines de explotación sexual» de Naciones Unidas publicado en 2013.

Muertes por el crimen

En países como Honduras la delincuencia campa a sus anchas. Las bandas organizadas causan más de 20 asesinatos diarios, es decir, cerca de 8.000 víctimas anuales. No hay apenas persecución policial ni judicial. El poder de estos cárteles es inmenso y los gobiernos corruptos les ayudan a cambio de una porción del inmenso botín que generan. Las economías de países como Afganistán, Bolivia, Colombia o México crecen de la mano del tráfico de drogas, armas o personas. Y los países por donde circulan todas estas mercancías ilícitas en su lento camino a Estados Unidos o Europa se han convertido en carne de cañón. En el marco de la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia, en México murieron más de 9.400 personas en 2013, aunque la cifra se ha visto reducida respecto a 2012, cuando murieron más de 11.000. Aun así, en los últimos cinco años han muerto más de 50.000 personas en México por ejecución o enfrentamientos entre bandas del crimen organizado y el narcotráfico. Esta cifra es similar a la suma de muertos en toda la guerra de Afganistán, entre talibanes y civiles. Sin embargo, la crudeza mexicana es mucho más silenciosa.

Según los datos oficiales del Banco Mundial, en Honduras mueren 92 personas de media al año por cada 100.000 habitantes a causa del crimen organizado. Tras este país, El Salvador, Jamaica, Venezuela y el resto de países centroamericanos. Estados en guerra como Siria o Irak sufren menos muertes que los grandes países perjudicados por el narcotráfico o el tráfico de armas y personas.

El cinturón del terror

Aunque son varias las zonas en conflicto en el mundo a causa del crimen organizado, no hay duda de que la más olvidada por las organizaciones internacionales es la que afecta al Sahel, una franja desértica que cruza África desde el Océano Atlántico al Mar Rojo y que pasa por más de 11 países, entre ellos, Malí, Níger, Chad, Burkina Fasso, Mauritania, Sudán del Sur o el estado fallido de Somalia, situados todos en los últimos puestos en la clasificación del índice de desarrollo humano realizado por la ONU.

La creciente inestabilidad política o los conflictos armados que sufren algunos de dichos países (Mali, Somalia, Sudán del Sur), la lucha por el control de las fuentes petrolíferas y de gas natural (Chad, Sudán del Sur) o la competencia por el uranio (Niger); la presencia de las redes del terrorismo islámico, del crimen organizado o la piratería y el tráfico de personas, junto con la creciente crisis alimentaria agravada por las extremas condiciones climáticas (inundaciones, sequias, plagas de langosta), además de las frágiles economías confirman la creciente vulnerabilidad de los estados y la población de la región y suponen un reto importante para la actual agenda internacional de cooperación al desarrollo y de seguridad.

Toda esa franja, a la que habría que dedicar un artículo exclusivo, está tomada por el terrorismo islámico y yihadista. Ante el recrudecimiento de la conflictividad, han surgido diversos grupos armados que alistan combatientes entre las diversas etnias para tener controlada la zona y los países afectados están cediendo terreno, además de que están multiplicando el gasto militar en detrimento del social. Es una de las zonas más inestables del mundo y el crimen organizado, al igual que en Centroamérica, campa a sus anchas sin que nadie, excepto algunos de los propios Estados afectados, haga nada por remediarlo. No es de extrañar cuando hay tanto dinero en juego.

 

 

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