Crowdfunding: el éxito de la financiación colectiva

Un gran número de personas con intereses comunes se une para lanzar un proyecto con aportaciones mínimas a cambio de una recompensa. El micromecenazgo crece cada vez y rompe la dependencia que tenían artistas y medios de comunicación de las grandes empresas y de las instituciones públicas. Proyectos alternativos y de contrainformación ganan protagonismo gracias a las redes que estos pequeños mecenas generan a su alrededor.

Decía el arquitecto Antoni Gaudí que la originalidad consiste en el retorno al origen, “así pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”, añadía. En un mundo copado por las grandes multinacionales, parece casi utópico lanzar un disco o un libro al mercado. Cientos de miles de pequeños artistas se quedan en el anonimato por la imposibilidad de entrar en esa rueda imposible y reservada a unos pocos. Desde hace años, las grandes editoriales o discográficas apuestan por artistas, escritores y géneros muy definidos, condenando al ostracismo a todo aquel que se salga de los cánones que estas mismas empresas han impulsado.
Por suerte, la situación está cambiando. Nos quieren individualistas. Nos obligan a ser consumidores teledirigidos.  Pero la simplicidad del boca a boca y del tejido social nos está salvando. Una solución primaria para romper con los complejos engranajes del sistema. Vivimos en una época en la que las redes sociales permiten que estemos informados sobre lo que está ocurriendo en cualquier parte del mundo casi de forma instantánea. Además, podemos estar conectados con personas de cualquier rincón del planeta de una manera fluida, cercana y natural. A su vez, la tecnología permite que la producción artística y literaria pueda ser compartida y distribuida de una forma mucho más sencilla, dejando atrás los soportes físicos de antaño. Solo necesitábamos redes de financiación y distribución acordes a nuestras necesidades para que ese amplísimo boca a boca fuera efectivo. Y nació el crowdfunding. Hoy en día, la financiación colectiva es una realidad y se está convirtiendo en la gran respuesta ciudadana al monopolio impulsado por las grandes corporaciones.
Si a esto sumamos que la crisis ha fulminando la financiación pública y mermado la privada, el cóctel es total. ¿Cómo conseguir donaciones para poder lanzar nuevos proyectos sin necesidad de tener un gran apoyo económico detrás? El sistema capitalista, incapaz de poner freno y control a estas campañas de autofinanciación, empezó a impulsar estas plataformas de micromecenazgo como la ventana idónea para los jóvenes emprendedores en tiempos de crisis. Y así lo fue.
Pero también ha servido para impulsar iniciativas de carácter social o comunicativo, con proyectos que promueven el acceso a la información, la transparencia y los datos abiertos. Por ejemplo, en plataformas como Verkami o Goteo.org puedes encontrar campañas tan interesantes como la que impulsa el personal del 112 gallego, que está en huelga indefinida y recauda fondos para su caja de resistencia. También se pueden apoyar proyectos educativos alternativos, ecológicos, científicos o sociales, como “Arrelant el territorio”, un proyecto de identificación, investigación, valorización y difusión de los conocimientos tradicionales (ecosaberes) del territorio valenciano. Además, toda aportación en este tipo de campañas va acompañada de una recompensa acorde a la ayuda aportada.
La amalgama de oportunidades que nos ofrecen Internet, los social media y las facilidades de realizar transacciones económicas online actúan como nicho para el florecimiento de iniciativas y plataformas que buscan precisamente la distribución de fondos para la consecución de fines compartidos o para apoyar esfuerzos y proyectos iniciados por otra persona o institución. Por tanto, gracias a este tipo de plataformas, un sinfín de proyectos que no podrían haber visto la luz por su naturaleza contestataria o exclusiva ha podido cofinanciarse y difundirse en multitud de espacios.

Mecenas de medios

Este tipo de proyectos ha dado un giro más con la cofinanciación de medios de comunicación, cuyo objetivo no es otro que romper la dependencia económica de multinacionales y partidos políticos. Las grandes corporaciones de la comunicación (PRISA, Vocento, Unidad Editorial…) dependen de la publicidad de multinacionales, entidades financieras y partidos políticos para poder sobrevivir. Por tanto, pocas veces encontraremos informaciones contrarias a sus intereses. Al final, quien paga, manda. Por eso, hace unos años empezaron a surgir con fuerza los medios de contrainformación como La Marea o Diagonal. Estos medios rechazaron de pleno la publicidad tanto de estas grandes empresas como de las instituciones públicas. Los suscriptores de estos medios, a cambio de una cuota anual se han convertido en socios de la cooperativa y en mantenedores a su vez de la misma.
Tanto es así que hace unos meses el periódico Diagonal y más de 20 proyectos comunicativos de todo el Estado impulsaron un nuevo medio para 2017. “Frente a la competencia entre medios afines queremos cooperar, juntar fuerzas y lanzar un gran medio que funcione con otras reglas. Un medio democrático, de propiedad colectiva, descentralizado y financiado por la gente, no por grandes corporaciones a través de la publicidad y los contenidos patrocinados”, explicaban en su web. Y así es como nació “El Salto”, un periódico mensual que apuesta por el periodismo de calidad, la trasformación social, el feminismo, el análisis y la investigación.
“No queremos depender económicamente de gobiernos ni de empresas, sino de una comunidad de miles de socios y socias, con posibilidad de decidir, si así lo desean, sobre las cuestiones centrales del medio”, añaden. La respuesta ciudadana superó todas las expectativas y en los primeros meses de campaña se han situado cerca de los 7.500 socios que era el primer objetivo. Además, los primeros números de “El Salto” (de 72 páginas a todo color) se han distribuido en más de 5.000 librerías y kioscos de toda España.
En definitiva, una vez más, la ciudadanía demuestra que si se une puede conseguir grandes cosas. Desde ayudar a un joven ilusionado a publicar su primera novela hasta impulsar un medio de comunicación alternativo fuera del control de grandes corporaciones y partidos políticos.

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