Comercio Justo: un modelo más equitativo, justo y sostenible

Este tipo de comercio solidario y alternativo al convencional persigue el desarrollo de los pueblos y la lucha contra la pobreza. Su objetivo es mejorar el acceso al mercado de los productores más desfavorecidos y cambiar las injustas reglas del comercio internacional. 

No podemos seguir así. La muerte de más de 1.100 personas en el derrumbe de un edificio de talleres de ropa en Bangladesh demuestra una vez más que la producción industrial capitalista es atroz. Producción llevada a cabo en países subyugados, convertidos en las fábricas de la globalización del siglo XXI. “Refugios miserablemente construidos para un proceso de producción orientado a largos días de trabajo, máquinas de pésima calidad y trabajadores cuyas vidas están sometidas a los imperativos de la producción”, tal y como explica en este interesante artículo el periodista indio Vijav Prashad. No son fábricas, son prisiones. No son trabajadores, son esclavos.

Pero la apuesta por el Comercio Justo puede ser la luz al final del túnel que ansían ver todos estos trabajadores explotados. “Esta alternativa de comercio defiende que por encima de todo están las personas y no el beneficio económico”, asevera Mercedes García de Vinuesa, portavoz de la organización IDEAS y, desde hace unos meses, presidenta de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo. Una iniciativa que, aun siendo minoritaria, no deja de crecer en nuestro país, pues en 2011 facturó 26 millones de euros, un 16,8% más que el año anterior.

 ¿Qué persigue concretamente este tipo de comercio alternativo?

Con el Comercio Justo garantizamos unas condiciones laborales dignas para los trabajadores y que los productores reciban un precio justo por su producto. Asimismo, potenciamos la misma remuneración para hombres y mujeres, que se respete el medio ambiente y que no haya ningún tipo de explotación laboral, especialmente infantil.

¿Por qué es importante apostar por esta iniciativa?

En los países del sur existe una esclavitud laboral que se suponía erradicada. El comercio justo garantiza que esto no ocurra, que realmente reciban una remuneración justa por su trabajo. Por eso, cuando compras estos productos no solo optas por la calidad de la agricultura ecológica, sino también por un sistema más justo que respeta los derechos del consumidor y del productor.

¿Está totalmente garantizado el origen y manufactura de estos productos?

Completamente, pues existen unas redes y certificaciones que regulan todo el proceso. En primer lugar, la Organización Mundial de Comercio Justo legitima a todas las entidades que pueden comerciar con este tipo de productos. A su vez, existen los sellos que certifican que la materia prima ha sido adquirida a productores que están dentro de esta red solidaria. Aun así, cabe destacar que la Coordinadora no puede garantizar que todas las iniciativas que se autoproclaman como Comercio Justo lo sean, sino solo aquellas que sí han sido autentificadas. Se pueden encontrar todas en nuestra web: www.comerciojusto.org 

Azúcar, café y cacao son los productos más conocidos del Comercio Justo, pero se puede encontrar casi de todo, ¿no es así?

Nuestro interés ha sido siempre compaginar la producción local con la de los países del Sur. Lo importante es que café, azúcar y cacao son alimentos que no se producen aquí, pero que solemos consumir habitualmente, por eso el comercio tradicional no respeta ni los costes de producción. Pero hay todo tipo de productos: galletas, helados, bebidas, pasta, arroz, refrescos… Incluso productos de cosmética para bebés y adultos, ropa o muebles.

¿Dónde pueden adquirirse?

Se pueden conseguir desde en tiendas online hasta en pequeños supermercados, herbolarios o ecotiendas. Siempre recomendamos que las personas interesadas acudan a su tienda de comercio justo más cercana porque es donde les van a atender mejor y van a tener un asesoramiento directo y personalizado. Incluso van a poder participar en las campañas y actividades que lanzamos desde la Coordinadora. En nuestra web aparecen más de 400 puntos de venta en toda España.

Y si soy comerciante, ¿cómo puedo vender productos de Comercio Justo en mi establecimiento?

Lo más aconsejable es empezar con una pequeña gama atendiendo a las distintas importadoras que existen en la coordinadora, que ofrecen desde artesanía y textil a cosmética o alimentación. Por tanto, siempre se podrán introducir los productos que más se adecúen al negocio. Si, por otro lado, el objetivo es convertirse en una organización más grande que claramente apueste por el comercio justo, podría pasar a formar parte de la Coordinadora si cumple con una serie de requisitos, entre ellos que el 75% de lo que se comercialice provenga de importadores o productores reconocidos por Comercio Justo.

Uno de los hándicap quizá sea que estos productos son un poco más caros que los producidos mediante la producción industrial capitalista…

No es cierto, no siempre son más caros. Es una idea generalizada, pero depende de con qué se compare. El café de Comercio Justo, por ejemplo, dice de dónde viene y cómo ha sido elaborado. Además, es de alta calidad porque es 100% arábico y 100% natural, es decir, no es torrefacto. Igualmente, en muchos casos se ha producido mediante agricultura ecológica y por pequeños productores. Si lo comparamos con un café de la misma calidad, resulta que es barato. Lo que no es justo es compararlo con un café mezclado que no dice ni de dónde procede ni como se ha elaborado. Sí es cierto que la artesanía es más cara, pero son prendas manufacturadas en pequeños talleres y tintadas con tintes naturales. Aun así, si este tipo de comercio se expande y se hacen pedidos más voluminosos, el precio logístico se reduciría, pero nunca el de los salarios. No obstante, la gente debería replantearse qué hay detrás de los productos que son excesivamente baratos. Solo hay miseria y sufrimiento.

¿Qué trato ofrece la administración pública al comercio justo?

A nivel de bonificaciones fiscales en cuanto a las importaciones no existe ningún trato de favor, pero sí colaboran en los proyectos de Cooperación al Desarrollo, que también potenciamos muchas organizaciones de Comercio Justo. Porque nuestro objetivo no es meramente comercial, sino que fomentamos la educación y la sanidad en los países del Sur y educamos a nuestros jóvenes sobre los beneficios de este tipo de comercio alternativo. Sin embargo, la administración pública cada vez apoya menos en temas de cooperación. La crisis no ha sido provocada por los países en desarrollo, por eso pedimos que no se recorte en estas ayudas.

Por último, ¿cómo animaría a quienes sigan indecisos en apostar por esta alternativa?

Es una opción sencilla de cambiar las cosas para todas aquellas personas que estén desmotivadas o que tengan la sensación de que no pueden hacer nada. El comercio justo ha demostrado el gran impacto que tiene en la reducción de la pobreza y aunque nuestro país todavía está muy lejos de alcanzar niveles como Alemania -donde el 40% de todos los azucarillos que se consumen en hostelería son de comercio justo- sí que se están dando importantes avances, especialmente en personas que están sustituyendo su café o su cacao con estos productos que, ante todo, apuestan por un mundo mejor y mucho más justo.

 

 

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