Bután, el país que mide la felicidad

El Producto Interior Bruto (PIB) mide la economía  y el desarrollo de un país. Pero ¿refleja el PIB lo felices que somos? En el Reino de Bután, un pequeño país del Himalaya, consideran que la acumulación de riqueza no trae consigo la felicidad y que el modo de medir el progreso y desarrollo no debe basarse en el flujo del dinero.

“La Felicidad Interior Bruta es mucho más importante que el Producto Interior Bruto”. Jigme Singye Wangchuck, cuarto Rey de Bután, pronunció estas palabras el mismo día de su coronación. Este monarca  ideó el término de la Felicidad Interior Bruta (FIB) hace más de 40 años.

Para Jigme Singye Wangchuck el modo de medir el progreso debe basarse en algo más que el flujo del dinero, ya que “el verdadero desarrollo de la sociedad humana se encuentra en la complementación y refuerzo mutuo del desarrollo material y el espiritual. Si nuestros indicadores solo miden cuánto producimos, nuestras acciones tenderán solo a producir más”.

Medidor de la felicidad

La Felicidad Interior Bruta es un medidor de la calidad de vida mucho más amplio que el PIB. Se asienta sobre cuatro pilares, que son los que inspiran cada política del gobierno butanés: un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo, la preservación y promoción de la cultura, la conservación del medioambiente y el buen gobierno.

Cada dos años, el gobierno manda a sus ciudadanos una encuesta con 180 preguntas, basada en nueve dimensiones: bienestar psicológico, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida y buen gobierno. Una vez recogida y procesada la información de las encuestas, se determina en qué medida cada hogar ha alcanzado la suficiencia en cada una de las nueve dimensiones, estableciendo unos valores de corte.

En esta pequeña nación, que en el 2007 fue la segunda economía que más rápido creció en el mundo,  priman la educación y los valores morales por encima de los económicos. Consideran que la economía ha de estar al servicio de todas las personas y no se ha de basar en la acumulación de riqueza material de los más fuertes. De hecho, en 2006 se aprobó una Carta Magna que establece en su artículo 9.2 que «El Estado se esforzará en promover las condiciones que permitan la consecución de la Felicidad Interior Bruta».

La ONG británica New Economics Foundation creó en 2006 el Índice del Planeta Feliz (Happy Planet Index). Este índice, que mide la esperanza de vida, la huella ecológica y el bienestar en general, destaca que los países “más felices no son necesariamente los más ricos”. En 2006, Bután resultó ser el octavo país más feliz de los 178 estudiados.

Sobre Bután

Bután es un pequeño país budista, enclavado en plena cordillera del Himalaya entre China y la India. No llega al millón de habitantes y fue hasta hace muy poco uno de los lugares más aislados del mundo. Este pequeño país se ha modernizado pero sin perder su propia identidad. Bután no tuvo teléfono ni moneda hasta 1960. En 1973 llegó la radio y en 1999 la televisión e internet.

Su principal actividad económica es la agricultura. El turismo también ocupa un lugar importante dentro de la economía, aunque se encuentra bastante restringido por razones medioambientales y culturales.

En 2008 Bután se convirtió en la democracia más joven. El 24 de marzo de ese año se celebraron las primeras elecciones parlamentarias. Y en noviembre Jigme Khesar NamgyeL Wangchuck, de 28 años, hijo de Jigme Singye Wangchuck, se convirtió en el quinto rey de Bután y el primer monarca constitucional del país.

Bután no pretende ser un ejemplo para otros Estados  y así lo trasmitió su exministro del Interior y Educación Lyonpo Thinley Gyamtso: “Somos un país pequeño y queremos hacer las cosas así. No queremos enseñar nada al mundo. Hacemos lo que creemos que es mejor para nosotros. Y si el mundo cree que hay algo que aprender, son más que bienvenidos”.

 

 

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